Wednesday, September 07, 2005

First Troubles

¿Es norma que en el primer carrete que se va con una pareja nueva siempre se tienen que tener los primeros problemas? Ese primer fin de semana juntos fuimos a el cumpleaños de una de sus mejores amigas, G.
G. era una descendiente de italianos que había tenido un forro espectaculiar. Ahora estaba gorda y sebosa. De todos modos celebró su cumpleaños e invitó a todas su amigas, algunas eran primas de F. como CP. Y FP. Esto significaba que era mi presentación en sociedad también.

Para no empezar mal llegué sobrio. Fuimos en el auto de S.: F., yo y un amigo de S. apodado El Chico. La fiesta estaba bien abastecida de pizzas en miniatura y cantidades industriales de pisco y coca cola. F. fue una amorosa y nos trajo piscolas a todos sus acompañantes. Cuando llegaron sus primas me presentó. Parece que estas, más que encontrarme guapo, les caí bien, por que se quedaron conversando conmigo largamente. Pero los problemas empezarían en cualquier momento. Yo estuve pegado a S, en todo momento mientras F. saludaba a gran cantidad de gente que se notaba no veía hace tiempo. El Chico, que también era músico, y estaba a punto de entrar a la banda de mi amigo M., se había encontrado con algunos conocidos y conversaba con ellos. O trataba de engrupirse a la prima de F., FP., con la que bailaban salsa, entre otras cosas. El Chico es un gran bailarín. Apareció F., la vi desde lejos. El Chico la sacó a bailar. F. aceptó y sobre la pista estaban los mejores bailarines de la fiesta. Pero debe haber sido una patología la de F. porque empezó a bailar como lo hacía conmigo, es decir, así de cachonda. S. y yo mirábamos la situación ya no muy lejos de ahí cuando F. me miró. Se rió nerviosamente como sabiendo la maldad que estaba haciendo pero la ignoré, le pedí a S. que me acompañara afuera.

Yo estaba apestado. S. me dijo ¿y por que no entrai a bailar con ella?, ¡es tu polola! Le dije que no, que no importaba, pero la verdad era otra. Ella salió:

- ¿por qué estás aquí?
- Porque no quiero estar adentro
- ¿por qué?
- Cómo que por qué? Porque no te quiero ver bailar con otro huevón así de calientemente.
- Ay, no te pasis rollos- me dijo.

Volvió adentro. Cuando se acabaron nuestros tragos fuimos a por más S. y yo. En la improvisada pista de baile F. y El Chico bailaban exóticamente, por decir lo menos. El hacía como que la tocaba o la tocaba asolapadamente. Ella se hacía la desentendida asolapadamente también. Me dio rabia. Más encima F. me da una mirada del tipo ay, que susto. S. traía los vasos. Di un trago y dejé mi vaso sobre una mesa. Me acerqué a El Chico masticando la rabia, lo mire a los ojos tomándole la mano a F. Le dije ¿me permite? y él como todo un caballero hipócrita e improvisado me dijo adelante, toda suya y se retiró. F. y yo comenzamos a bailar. F. celebró mi actitud con una sonrisa. Las primas de F. observaban y una me lanzó una sonrisa cuando hice ese gesto.

Después FP. trató de engatusar a El Chico, pero este estaba caliente con F. y apenas podía se acercaba a hablarle cualquier cosa. F. no bailó más con él. El Chico ya estaba bien borracho. Le pedí a S. que nos fuéramos y aceptó. Yo ya estaba demasiado emputecido con todo. El Chico se quedó con FP., ella lo llevaría a casa. Nosotros nos iríamos todos juntos a mi casa. En el trayecto al auto le grité a la noche ¡ERES MÍA Y SÓLO MIA! Pero el grito, mis acompañantes sabían, no era para la musa nocturna sino para F. que reía a mi lado. Llegamos. S. se fue a acostar inmediatamente. Nosotros también.

Apenas estuvimos en la cama nos desvestimos por completo. Para mí no había cosa más agradable que sentir el cuerpo de F. sin ropa después de llegar desde un frío exterior, momentos antes que nuestras pieles lleguen a entibiarse de sobremanera, acaso a sudar. Todavía sentía rabia dentro de mí. Las últimas piscolas hicieron efecto tardío, TODAS LAS ANTERIORES hicieron efecto tardío ya que una vez que me relajé del acoso de El Chico, se abrió la compuerta sensible para el licor en mi cerebro. Se lo metí antes que nuestras pieles se entibiaran. Fui brusco. Eso le gustó. La embestí con toda la rabia que tenía adentro. Ella ARDÍA de placer. La di vuelta. Ante mi fuerza lo único que le quedaba era afirmarse del muro blanco donde se apoyaba la cabecera de mi cama. Yo la presionaba contra el muro, como castigándola. Sus brazos se abrazaban a él como si hubiera caído ahí, apoyando también su cuello y su cabeza contra la pared. Con cada remezón ella sentía el azote del cemento y también lo disfrutaba. Yo tenía sus piernas abiertas sobre las mías afirmadas con las manos. Tenía toda su fragilidad a disposición mía.

Gracias al efecto del licor mi orgasmo se retardó más de lo normal. Apenas ella empezó a venirse me fui también. Claro, me excitaba aún más al oírla gemir el orgasmo. Cuando saqué el cipote ella cayó sobre mis almohadas, como si hubiese estado encerrada en el puño de King Kong haciendo contorsiones. Estaba ahí con la frente sudada cuando me dijo parece que voy a tener que hacerte enojar más seguido. Me reí.

Estúpidamente, me reí.

3 Comments:

Blogger Indianguman said...

Encendidas historias por estos lados...

Saludos

7:02 AM  
Blogger zombre said...

QUE REINAS, REVISARE LOS TEXTOS ME TOMARE MI TIEMPO PERO PROMETEN ESAS CHICAS

10:25 AM  
Blogger . said...

...interesante relato...voy por el segundo...

;)
Koalitta

12:50 PM  

Post a Comment

<< Home